“(…) Y un tipo o polo esquizo-revolucionario que sigue las líneas de fuga del deseo, pasa el muro y hace pasar los flujos, monta sus máquinas y sus grupos en fusión, en los enclaves o en la periferia, procediendo a la inversa del precedente: no soy de los vuestros, desde la eternidad soy de la raza inferior, soy una bestia, un negro.” (Deleuze & Guattari)

jueves, 22 de enero de 2015

Destruyamos al artista


Algunos parecen tener razón cuando dicen que manifiestos como el siguiente son un pobre resentimiento de lo que a mi me gusta llamar o considerar como una potencia ajena a cualquier arte conocido (no un antiarte, no son deseables nombres rimbombantes), aunque yo creo que es simplemente el deseo anárquico de aportar a la gran hoguera que se está consumiendo a la figura del artista como ser hegemónico de los privilegios de la cultura burguesa y espectacular. Criticar el arquetipo fabricado del artista es criticar a un individuo (no dividido) que se privilegia al ser la individualización máxima de eso que llaman arte en las morgues del mismo (museos, teatros, escuelas). 
Convertirse  en artista implica adoptar estéticas y conductas particulares que puedan ser eco de pedagogías aprendidas del pensamiento hollywodense o eurocentrista, llegar a ser artista es el resultado del proceso  de representación inconsciente del deseo fabricado como necesidad de reconocimiento -¿todos amamos al artista no?-, ya que  el artista es un producto que se reconoce porque vende. 
Pienso en la figura del poeta anunciando a todo el mundo que él es poeta, me acuerdo del fotógrafo que en el nombre del arte de la fotografía aporto al control policial mientras se quemaban neumáticos en alguna calle de alguna ciudad (por supuesto a éste turista le interesaba su costosa cámara antes que lanzar alguna botella contra sus compañeros de servicio), quizás recordar al pintor que aclara que lo suyo "es arte y no crimen" (ni te imaginas hakim bey), me acuerdo de uno que otro artista que reniega del porno cuando lo suyo es porno.
Liberemos los saberes y producciones de eso que llaman arte pero por favor destruyamos al artista, saquemos de nuestro inconsciente el deseo de serlo; de ser alguien, borrarse para que el arte devenga como rizoma por doquier y no en morgues para privilegiados o especializados.

miércoles, 21 de enero de 2015

simulacro y resistir, negar y destruir

"Con tal de que nadie me conociera y yo no conociera a nadie, lo que haría sería hacerme pasar por sordomudo, y así no tendría que hablar y nadie me hablaría."

El intelectual del YO

El juego de las clasificaciones y especializaciones funciona a todo nivel en el vivir de la Jovencita (léase tiqqun) intelectual, deleuze con guattari no se equivocaron cuando decían que el revolucionario en cuanto a lo preconsciente sigue estando sometido ya que presenta características inconscientes de sometimiento, el caso del intelectual occidental es ejemplar; éste persigue la lógica -siempre exitosa en el capitalismo espectacular- del YO: un YO construido a través del deseo fabricado como necesidad desde el sueño masturbatorio de llegar a SER el privilegiado agente de la verdad frente a la escasez de la misma en el Otro (ningún intelectual querrá estar afuera con la otredad), entonces tiene sentido la especialización y clasificación de su intelectualidad del YO, la que nos llama a regocijarnos de la autoría y a ser alguien.
Frente a este nuevo enemigo, policía privilegiado y único del saber, es preciso borrarse y atacar, ser violento y prostituir lo que ellos romantizan, desertar de la universidad, del grupo de jovencitos filósofos y devenir anonimxs para no ser nadie, en vez de SER ellos, quemarles.

miércoles, 14 de enero de 2015

Conquistar la soledad como acto de negación a SER

Preguntarse cual es la soledad es preguntarse cual es la libertad, no hay entendimiento exacto de una o la otra más que en el imaginario de lo abstracto, aún así parece haber un fuerte deseo de ambas cuya producción deseante inevitablemente estará al lado de la fuga y del exilio, esto porque tanto la libertad como la soledad se encuentran en el campo de lo prohibido.
Desear la soledad -y la libertad- es desear la destrucción y la negación de lo establecido, es negarse a participar en la sujeción que nos exige ser sujetos en determinados parámetros de normalidad, es oponer la nada frente al todo. Precisamente se teme a la soledad porque es destructiva, es el conflicto inmediato con todo lo que soporta el mundo de la razón. Temer a la soledad es temer perder la razón; se teme perder la identidad: el SER teme estar solo porque al encontrarse como tal se producira el caos al despojarse de su reconocimiento como SER (no habrá nadie que le reconozca como un YO) y es por esto mismo que conquistar la soledad es tan revolucionario como aquella conquista del pan (se quiere el pan por el deseo de los oprimidos), la soledad es el contrario del mundo del SER, por esto mismo el solitario es su contrario, nunca un ser o un individuo (no dividido), el solitario es el fugitivo del mundo de los nombres propios, nadie buscara al solitario, nadie conoce al exiliado y es porque el no es él, es nadie.

jueves, 8 de enero de 2015

Desconfiar del amor para liberar el deseo


¿Es el amor el problema o lo que el amor produce? A nadie le conviene criticar el amor, la historia conocida del pensamiento se inscribe bajo una serie de nociones que se presentan como naturales (justicia, educación, amor...) pero que en el fondo son fabricaciones humanas, atadas a su carga histórica y política que nos llevó a estar parados en este período de esa historia. Se dice que el amor es siempre bueno, se dice que el amor es puro, que es imperante en la conducta, dios es amor, dicen mucho para reforzar e idealizar ese conjunto de saberes, han querido dotarlo de tal naturalidad que el humano lo desea encontrar en el animal, llegaran a decir que la leona que se come a sus crías es un acto de desamor. Al parecer al humano se le olvida que en la tribu le movía solo el deseo y no el amor. 
Parece resultar tan complicado superar el amor, incluso para los llamados criticos, todo parece indicar que esto se debe a que el humano -como otra producción- necesita de amor, desea el amor, ya que su inconsciente dejó la creación en su período de guagua y ahora se ha vuelto una representación teatral de las necesidades sociales, el amor y muchas otras.

martes, 6 de enero de 2015

El antisocial como otro sueño masturbatorio del capitalismo


Por alla el 2011 me encontre con un texto que se presentaba bajo el rimbombante nombre de "el anarquismo antisocial" , como la Jovencita que era -y sigo siendo (acá no hay profetas)- en ese entonces lo compré y luego hasta lo reivindique. Por este tiempo más contemporáneo, con un poco más de lecturas y reflexiones comprendo que dicho llamativo manifiesto era la reacción obvia y resentida (aún reivindicable el resentimiento) de todxs aquelles que nos afectamos de frenesí cuando nos toco estar de niñes -y aún parece que lo somos- en cada espacio de socialización forzosa, de lxs mismas que no hicimos amigos en la escuela y nos fabricaron la culpa como autocastigo por ello. 
El anarquismo como conjunto de saberes incluso en su esencia heterogénea me resulta totalmente contrario a cualquier postura antisocial, aunque obviamente para algunos anarquistas no y me fusiono con ellos al menos en el deseo resentido de asociabilidad ya que sin identificarme como tal (como anarquista) también estoy en ese proceso de entropía y deserción, pero renegando de la funcional y vendible etiqueta del antisocial.
El antisocial parece ser no una posición de resistencia a la sociedad, sino dehecho un invento de los dispositivos de producción de espectáculo de la misma sociedad, todo parece indicar que el fin es la construcción objetiva del arquetipo "antisocial" y como el capitalismo opera a nivel de deseos, ha vuelto al antisocial un sujeto deseable dentro de su lógica y estética.
Me atrevería a decir que el antisocial vende porque es el deseo de los intelectuales y universitarios del capitalismo y en ningún caso de la resistencia, es sospechoso que el ser antisocial sea la fábula de todo artista burgués que no tiene problema alguno con sobresocializar en museos y teatros (morgues del arte burgués), el deseo antisocial parece ser el sueño masturbatorio perfecto de todo jovencito eurocentrista que se llama así mismo antisocial para vender su poesía del YO, la del antipoeta, la del que se dijo maldito pero a todas luces es una mierda buena onda.
La resistencia aviva el deseo de huir, pero por favor antes quememos al antisocial, no tratemos de reconocernos como otro ser sino negarnos como tal.