“(…) Y un tipo o polo esquizo-revolucionario que sigue las líneas de fuga del deseo, pasa el muro y hace pasar los flujos, monta sus máquinas y sus grupos en fusión, en los enclaves o en la periferia, procediendo a la inversa del precedente: no soy de los vuestros, desde la eternidad soy de la raza inferior, soy una bestia, un negro.” (Deleuze & Guattari)

domingo, 17 de diciembre de 2017

Elecciones en Chile, país desclasado

Desde el anarquismo siempre rechazamos las elecciones como algún tipo de vía de cambio social, si bien en el pasado estuvieron quienes lo intentaron por ese medio, fracasaron ya que la estructura de la cual se constituye el poder no permite movimientos revolucionarios, sobre todo si el gobierno como construcción jurídica/política responde al capital y no a su población. A pesar de eso, con vergüenza fui a votar en secreto, la idea del ritual ciudadano parece tener algún tipo de significado social y ante eso, no podemos permitirnos estar ajenos, sobre todo si elegimos mantener una vida politizada y no en apatía de la población o de lo que algunos aún siguen llamando románticamente, el pueblo. No se trata de creer en el voto, sino simplemente de ir a rallarlo un día donde el tiempo es mas libre que otros, no votar por nadie, aunque exista la tentación de votar para impedir que salga el representativo mas genuino del fascismo en chile: Piñera. Votar o no hacerlo, era lo mismo, no me confundo, esa conclusión esta clara desde hace mucho tiempo, pero el espectáculo seduce.
En todo caso lo interesante es la conclusión del día de hoy, lo que las elecciones chilenas dejaron claro es que el pobre no se piensa así mismo como pobre, por eso vence el concepto de “clase media” que el triunfador impuso, el pobre vota por las promesas de policías, el pobre vota por el negocio, la empresa y el respeto por la propiedad privada, el pobre es un sujeto desclasado y ese es el gran fracaso de los revolucionarios, no otro. 
Aunque hubiese perdido Piñera, el capitalismo en chile seguiría consolidándose como hasta ahora ha sucedido, el sistema no depende de jefes de turnos, el poder es el movimiento de las instituciones coercitivas que a su vez entran en absoluta cohesión con los poderes económicos que mueven el país, las cuales ambos candidatos o fuerzas político/espectacular defienden y representan. La guerra social debe radicalizarse en contra del posible perfeccionamiento del estado policial y de los poderes represivos que promete el gobierno triunfador, mostrando que quienes sonríen hoy, son los mismos que construyeron o fueron cómplices de la dictadura.